Hoy he dejado que mis dedos dicten cada palabra que escribo. Caminan, se mueven ansiosos por el teclado sin saber bien dónde pararse ni a quién, o qué, referirse. Muchas ideas en mi cabeza y poco orden...
Mis manos, mis pensamientos, tan sólo buscan un poco de paz, de libertad, de movimiento sin que, por una vez, alguien los guíe.
Van acariciando cada tecla con anhelo, dejando su rastro cansado en cada párrafo, y escriben frases que al final resultan en un cúmulo de ideas mal hiladas, pero que obtienen cierto sentido.
Quizá les desborda la necesidad de reflejar inconscientemente lo que sienten, aunque tantas palabras llevan a ideas confusas. No permiten entrever con claridad lo que gritan...
Los silencios alzan la voz a través de mis palabras que se deslizan sin poder detenerse para hablar lo que yo callo...