jueves, 28 de julio de 2016

Insomnio

Una noche de insomnio puede ser como un tren,
un billete que no compraste, un destino que no tenías intención de perseguir. 
Corriendo dentro, tú quieto, sobre la cama, sudor cayendo. Es terror.

Una noche de insomnio es como una alarma que suena de madrugada
abajo en la calle, chillando, y tú sin saber cuándo parará.
Cuándo aparecerá su dueño y la apagará. Una alarma sonando es la agonía
del que sabe que el mañana llega siempre en algún momento,
pero sabe también de lo relativo del tiempo. Y que quién sabe cuánto durará.
Algo que cualquiera diría que ni siquiera sucedió, o que ni siquiera sucederá.

Una noche de insomnio son cien noches en una y ninguna en realidad.
Son los siglos que dura el segundo de un disparo,
que, como un rayo, dura una eternidad.
Es el rostro de un payaso, como la pared de un psiquiátrico.
Blanco, acolchado, sin puertas, ni ventanas. Sin salidas.

El corazón a mil por hora. Los vagones en el aire.
Así, tras una noche de insomnio, démosle un respiro,
un merecido descanso. Prestémosle un abrigo...

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