jueves, 25 de agosto de 2016

Tristeza

Hoy quiero hablarles de la tristeza, pero de esa tristeza que es distinta, es una tristeza especial, porque es esa tristeza que se convierte en llanto del alma y que con cada lágrima que derrama nos hace internalizar mucho más nuestro rol en éste mundo material, nuestra misión, nuestro deber cósmico.

Y cómo es esa tristeza? se preguntarán. Es un sentir profundo, de esos que no se nos van del corazón, algo que suele llegar así despacio y se va quedando en el alma, echando raíces en ella, aferrándose y haciéndole sentir su presencia cada día que pasa.

Es esa tristeza que sentimos con la pérdida de un ser amado, esa esa aflicción que se instala en el corazón horadando profundamente sus espacios. Es un dolor hondo y grande, inmenso, del que parece que nunca saldremos. Pero pensando en esa tristeza también creo que aparejado con ella atravesamos entonces un proceso de evolución espiritual. Sobrevivir la muerte de un ser querido nos prepara para avanzar a nivel de espíritu en el camino de la vida que hemos emprendido, es una manera de crecer desde nuestro corazón, desde nuestra tristeza.

Yo siento ahora esa tristeza de la que les hablo, es una tristeza aguda, lo que pasa es que suele disfrazarse y entonces pareciera que no la sentimos o que no la tenemos, porque hacemos las cosas rutinarias que se esperan que hagamos, como trabajar, comer, dormir, hablar con los demás, etc...pero en los instantes en que nos quedamos solos con nosotros mismos comenzamos a sentir esa tristeza profunda, es una tristeza que nos lleva a la reflexión sobre nuestra vida, es como si nos pasara una película en cámara lenta y nos mostrara los episodios de nuestra vida, todos ellos, los buenos, los malos, los felices, los infelices, los menos tristes, los más tristes, nuestros errores, nuestras desacertadas decisiones, etc. Y entonces comprendemos mejor a esa tristeza que viene a instalarse en nuestra alma asi de pronto sin ser invitada.

Y a veces suele suceder que después de ver esa película nos sentimos desmotivados con todo, nos decimos que ya nada tiene sentido, que no vale la pena seguir ni vivir, para qué vivir si perdemos a un ser amado? para qué seguir si ya no le tenemos? para qué y por qué? nos decimos una y otra vez. Y si unido a esa pérdida también tenemos otros dolores afligiéndonos, pues el cuadro empeora. Todo carece de sentido.
Nos sentimos que queremos vagar aletargados, sin conciencia de nada, sin pensar en nada......cerrar los ojos y también dejar de ser.

No les puedo decir que sea fácil salir de ese estado tan profundo de complacencia en la tristeza del alma, es una tristeza del espíritu, de nuestro soplo vital, de nuestro aliento de vida.
Pero no podemos anclarnos en una complacencia de la tristeza, porque si estamos vivos y sanos, y tenemos familia que nos necesita y requiera y también una misión que cumplir en éste plano, debemos seguir adelante.

El sol sale cada día y brilla cada día mientras hay buen tiempo claro, pero incluso cuando las nubes no le dejan ver, el sol está detrás allí brillando. Ayer  emirando por la ventana pude observar muchas nubes de lluvia que estaban bien grandes todas grises, pero había en su parte superior, contra el horizonte azul claro al fondo, una luminosidad que sobresalía por los bordes de las nubes, era el sol que estaba detrás, y la visión era hermosa porque las orillas de las nubes grises brillaban con mucha luz, parecía que si estiraba la mano y apartaba esas nubes grises, podría dejar al sol al descubierto brillando y sonriéndome.

Asi suele pasar con la tristeza del alma, detrás de ella hay una luz que brilla, es sólo cuestión de apartar las lágrimas que la tapan para que podamos verla. Es un proceso largo y doloroso, pero es purificador también. Nos permite crecer y aprender del dolor, de ese dolor que se nos instala en el corazón para enseñarnos que la vida puede ser también muy intensa, que se rie pero también se sufre, que el sufrimiento templa al alma para soportar los embates de la existencia y salir airosos. Nosotros nos debemos a nuestros seres queridos y a la humanidad, y si estamos solos y no tenemos familia, pues nos debemos a la humanidad, a esos que como nosotros también están solos y se sienten solos, entonces por ellos debemos seguir, hay tantas obras de humanidad que se pueden hacer en la vida, luchar por los niños, por la Paz, por la Justicia, por los animales, por los ancianos, por la educación, por los valores sobre todo que ya bastante perdidos los tenemos.

Entonces que la tristeza del alma nos sirva para templarnos la fortaleza, para ayudarnos a vencer, a seguir viviendo, a seguir dando y compartiendo, bebamos las lágrimas del alma como un elixir que nos dará la fuerza y energías para seguir y luchar. No podemos pasar la vida detenidos en el dolor, porque la vida es una sola y pasa rápido, se acaba rápido también, hoy estamos y mañana no sabemos.

Hay un dicho holandés que reza: "No podemos evitar el viento pero podemos construir molinos". Y es así, contruyamos molinos con nuestras lágrimas, que sirvan para impulsar la energía que somos, la que tenemos aún por dar  y ofrendar.
Desde la tristeza crecemos, aprendemos y evolucionamos, para luego seguir viendo el sol detrás de las nubes.

"Sonríe, sonríe siempre, aunque tu sonrisa sea una sonrisa triste, porque más triste que una sonrisa triste, es la tristeza de no poder sonreír" . Desconozco a su autor.

Que la luz, la paz y el consuelo los acompañen siempre,

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