sábado, 22 de abril de 2017

Déjà vu


Si yo fuese Dios y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso

entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese Dios, 
haría lo posible por ser Luis Eduardo Tirado
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida 
con tu propia luz,
y corras la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, 
dejas abandonado cuando luego callas...

Escucho tu silencio.
Oigo constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

lunes, 17 de abril de 2017

Quinientas Uno

Hace unos meses me escribió tu hermana para contarme que has quemado todas mis cartas, que por favor no insistiera, que respete tu forma de seguir adelante y que te deje en paz. Mi primera reacción fue de rabia al recordar la pasión que grabé en cada una de ellas y las noches que pase puliendo todas las palabras que quería llevar a tus manos. Sentí que parte de mi corazón también fue condenado al fuego por tantos sentimientos que entintados viajaron.

Pero luego de algunos días logré entender que el pesimismo alimenta la depresión e incrementa la distancia que nos separa. Por lo que he decidido tomar tu pequeño ritual al fuego como una oportunidad para borrar dos años de errores y regresar al ridículo placer de escribir palabras que me acerquen a ti. 

Espero que cuando leas esta segunda primera carta y cuando la releas puedas encontrar que no sólo en la fecha que está firmada te amé sino que te amaré todas las veces que la abras buscando estos sentimientos que viajan a ti sin retorno, sin ambición, sólo porque espero alguna noche recibir una respuesta, aunque tenga que enviar quinientas primeras cartas. Porque es cierto que el amor sólo es perfecto cuando empieza y que luego todo es cuesta abajo, pero por ti estoy dispuesto a subir quinientas veces más y empezar de nuevo. 

La fecha que quieras/del mes que sea/en el año que se te antoje
Desde algún lugar demasiado lejos de ti.

viernes, 7 de abril de 2017

Frases y Recuerdos


No subestimes el poder de un recuerdo, ellos viven conmigo, aunque escondidos, explotan en cualquier rincón cuando la luz los toca. Acechan al menor descuido, no responden cuando los llamo y prefieren los momentos en que estoy desprevenido, un sueño, una tarde feliz, lo arruinan todo cuando estallan, son bombarderos en los días de sol.

Una frase puede ser más fuerte de lo que parece, puede resumir un argumento, expresar una verdad, o disfrazar una mentira. Una frase bien elaborada puede tomar por asalto tu mente, cambiar algunos muebles y despertar reacciones insospechadas. Una buena frase puede nacer en el momento menos pensado, debajo de algún sillón o detrás de un lapicero gastado, puede colarse en tu corazón y dormir en tu sonrisa mientras resuena en tu mirada cada vez que buscas recordarla.
 
Nunca subestimes el poder de una frase, pues muchas veces esta te busca, y te encuentra y se apodera de ti, ya sea en una conversación casual, en alguna intima confesión o en la página de un libro que olvidaste haber leído. Por ejemplo ese papel que dejaste extraviado en uno de mis sacos antiguos, esas líneas que rasgue en las paredes de tu cuarto, esa nube que tiene tu aroma, o la forma en la que te cuelas en mis sueños y me dices “nunca subestimes el poder de una frase, mi recuerdo siempre vivirá en ellas”.

jueves, 6 de abril de 2017

Equilibrio


Siempre me había sentido el "patito feo" de la clase. Siempre sufrí de inseguridad. Hasta hace poco que una ruptura horrible, fue el desencadenante de una serie de eventos que me han hecho darme cuentas de las cosas como son en realidad. Gracias a Dios.
 
Así que aquella "chica del montón" que se interesó por mí me abrió los ojos a que yo podía ser querido y amado, que podía ser merecedor de una familia. Me dejé llevar, blindé aquella relación por miedo a perderla, y pasé años pensando que aquel era el único e irrepetible "amor de mi vida".

Por supuesto, no lo fue. Aquella chica no sólo no fue el verdadero Amor, sino que posteriormente, y en muy poco tiempo, han llegado a mi vida otros amores, otras mujeres, otros idilios, otras situaciones buenas y malas que me han hecho ver lo poquísimo que me he querido.

En ese proceso de búsqueda, de intentar dar con el Amor de mi vida, me vi solo y "ninguneado", rechazado por aquella mujer y arrojado a la soledad. Allí me he encontrado conmigo mismo, que era de lo que siempre había querido huir porque no me quería. 

Había pasado tanto tiempo culpándome por cómo era, por mi físico, mi voz, mi risa, mis aficiones, por todo, que cuando quedé en soledad y no hubo alguien ratificando que yo valía la pena, no tuve más remedio que aprender yo mismo a emitir esos juicios.

Tuve que aprender a quererme, sin esperar a que viniera nadie a decírmelo. Y, les aseguro, fue muy duro, porque jamás lo había hecho. Jamás me había sentido bien conmigo hasta que apareció ella, y al perderla me sentí miserable, loco y solo, lleno de rabia, de dolor, de angustia, de desesperación, sin saber si vengarme, si derrotarme, si exigirle algo o si romper por completo con mi vida.

Decidí, y eso de lo que hablo, romper con mi vida, es decir, pasar tiempo creando una nueva vida conmigo mismo, descubrir nuevos sitios, nueva gente, emplear mi cabeza en crear nuevos modelos. 

Y, entonces, se hizo esa luz en mi, esa luz que todos buscamos tras la ruptura y que, por supuesto, todos encontraremos en su momento.

Se los dice alguien que se sintió feo e inseguro, y que no era valorado por absolutamente nadie (algo en lo que estaba completamente equivocado). Pero sólo cuando comencé a sentirme bien conmigo aparecieron personas (algunas ya conocidas de hace muchos años y otras nuevas) que respondían a ese bienestar que yo mismo generaba para mi.

"He encontrado el equilibrio en el desequilibrio" y acercarme a Dios, y descubrir que siempre ha estado, está y estará a mi lado, ha sido primordial para mi evolución.

Miles de bendiciones para todos.

martes, 4 de abril de 2017

Aturdido


Tras entablarse mis lágrimas,
errático me deslizo
entre callejones y dramas.