Hace unos meses
me escribió tu hermana para contarme que has quemado todas mis cartas, que por
favor no insistiera, que respete tu forma de seguir adelante y que te deje en
paz. Mi primera reacción fue de rabia al recordar la pasión que grabé en cada
una de ellas y las noches que pase puliendo todas las palabras que quería
llevar a tus manos. Sentí que parte de mi corazón también fue condenado al
fuego por tantos sentimientos que entintados viajaron.
Pero luego de
algunos días logré entender que el pesimismo alimenta la depresión e incrementa
la distancia que nos separa. Por lo que he decidido tomar tu pequeño ritual al
fuego como una oportunidad para borrar dos años de errores y regresar al
ridículo placer de escribir palabras que me acerquen a ti.
Espero que
cuando leas esta segunda primera carta y cuando la releas puedas encontrar que
no sólo en la fecha que está firmada te amé sino que te amaré todas las veces
que la abras buscando estos sentimientos que viajan a ti sin retorno, sin
ambición, sólo porque espero alguna noche recibir una respuesta, aunque tenga
que enviar quinientas primeras cartas. Porque es cierto que el amor sólo es
perfecto cuando empieza y que luego todo es cuesta abajo, pero por ti estoy
dispuesto a subir quinientas veces más y empezar de nuevo.
La fecha que quieras/del mes que
sea/en el año que se te antoje
Desde algún lugar
demasiado lejos de ti.
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