jueves, 6 de abril de 2017

Equilibrio


Siempre me había sentido el "patito feo" de la clase. Siempre sufrí de inseguridad. Hasta hace poco que una ruptura horrible, fue el desencadenante de una serie de eventos que me han hecho darme cuentas de las cosas como son en realidad. Gracias a Dios.
 
Así que aquella "chica del montón" que se interesó por mí me abrió los ojos a que yo podía ser querido y amado, que podía ser merecedor de una familia. Me dejé llevar, blindé aquella relación por miedo a perderla, y pasé años pensando que aquel era el único e irrepetible "amor de mi vida".

Por supuesto, no lo fue. Aquella chica no sólo no fue el verdadero Amor, sino que posteriormente, y en muy poco tiempo, han llegado a mi vida otros amores, otras mujeres, otros idilios, otras situaciones buenas y malas que me han hecho ver lo poquísimo que me he querido.

En ese proceso de búsqueda, de intentar dar con el Amor de mi vida, me vi solo y "ninguneado", rechazado por aquella mujer y arrojado a la soledad. Allí me he encontrado conmigo mismo, que era de lo que siempre había querido huir porque no me quería. 

Había pasado tanto tiempo culpándome por cómo era, por mi físico, mi voz, mi risa, mis aficiones, por todo, que cuando quedé en soledad y no hubo alguien ratificando que yo valía la pena, no tuve más remedio que aprender yo mismo a emitir esos juicios.

Tuve que aprender a quererme, sin esperar a que viniera nadie a decírmelo. Y, les aseguro, fue muy duro, porque jamás lo había hecho. Jamás me había sentido bien conmigo hasta que apareció ella, y al perderla me sentí miserable, loco y solo, lleno de rabia, de dolor, de angustia, de desesperación, sin saber si vengarme, si derrotarme, si exigirle algo o si romper por completo con mi vida.

Decidí, y eso de lo que hablo, romper con mi vida, es decir, pasar tiempo creando una nueva vida conmigo mismo, descubrir nuevos sitios, nueva gente, emplear mi cabeza en crear nuevos modelos. 

Y, entonces, se hizo esa luz en mi, esa luz que todos buscamos tras la ruptura y que, por supuesto, todos encontraremos en su momento.

Se los dice alguien que se sintió feo e inseguro, y que no era valorado por absolutamente nadie (algo en lo que estaba completamente equivocado). Pero sólo cuando comencé a sentirme bien conmigo aparecieron personas (algunas ya conocidas de hace muchos años y otras nuevas) que respondían a ese bienestar que yo mismo generaba para mi.

"He encontrado el equilibrio en el desequilibrio" y acercarme a Dios, y descubrir que siempre ha estado, está y estará a mi lado, ha sido primordial para mi evolución.

Miles de bendiciones para todos.

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