No subestimes
el poder de un recuerdo, ellos viven conmigo, aunque escondidos, explotan en
cualquier rincón cuando la luz los toca. Acechan al menor descuido, no
responden cuando los llamo y prefieren los momentos en que estoy desprevenido,
un sueño, una tarde feliz, lo arruinan todo cuando estallan, son bombarderos en
los días de sol.
Una frase puede
ser más fuerte de lo que parece, puede resumir un argumento, expresar una
verdad, o disfrazar una mentira. Una frase bien elaborada puede tomar por
asalto tu mente, cambiar algunos muebles y despertar reacciones insospechadas.
Una buena frase puede nacer en el momento menos pensado, debajo de algún sillón
o detrás de un lapicero gastado, puede colarse en tu corazón y dormir en tu
sonrisa mientras resuena en tu mirada cada vez que buscas recordarla.
Nunca
subestimes el poder de una frase, pues muchas veces esta te busca, y te
encuentra y se apodera de ti, ya sea en una conversación casual, en alguna
intima confesión o en la página de un libro que olvidaste haber leído. Por
ejemplo ese papel que dejaste extraviado en uno de mis sacos antiguos, esas
líneas que rasgue en las paredes de tu cuarto, esa nube que tiene tu aroma, o
la forma en la que te cuelas en mis sueños y me dices “nunca subestimes el
poder de una frase, mi recuerdo siempre vivirá en ellas”.
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