Hay días en los que uno se siente perdido. Como si todo el mundo tuviera un mapa menos tú. Días en los que la soledad pesa más que nunca y sientes que, por mucho que busques, no encuentras tu lugar.
Hay días en los que uno se siente perdido. Como si todo el mundo tuviera un mapa menos tú. Días en los que la soledad pesa más que nunca y sientes que, por mucho que busques, no encuentras tu lugar.
A veces, no existe otro modo de expresar lo que sentimos que a través del ARTE.
Y no me refiero a expresárselo a los demás, sino a nosotros mismos.
Como aquel pintor que necesita un lienzo que, como reflejo, pueda confesarle qué es aquello que está sintiendo y que sólo encuentra su forma de expresión a través de un dibujo. O el músico que necesita poner sonido a sus pensamientos para entenderlos mejor a partir de melodías. O aquel que sale a correr en busca de una reflexión en medio de su fatiga. O el que consigue, por ejemplo, comprenderse a sí mismo mediante la actividad que mejor sabe realizar. Y es que el arte, en estos casos, no es el medio que se utiliza, sino el resultado que se produce. Aquello que nos hace sentir al usarlo.
Porque arte, es conseguir sentir a través de algo donde nosotros hemos puesto la voluntad. La voluntad de crear un sentimiento, emoción o reflexión. Y ese medio tanto puede ser una pandereta, un folio o una pelota. Porque aquí no depende del qué, sino del cómo y del para qué.
No son más arte estas líneas que yo estoy escribiendo con la intención de transmitirte algo que la retórica que tú puedas utilizar con tus mejores amigos para hacerles sentir mejor en sus peores momentos. Porque arte es la capacidad que hay en cada uno de nosotros para destacar en algo. Una habilidad que se sitúe por encima de las demás, que consiga desbancarlas por la capacidad que ésta tiene de sorprender a unos y generar rechazo en otros. Por la capacidad que tiene de levantar las comisuras de los labios ajenos o, sin embargo, de humedecer los ojos de un público emocionado.
Arte es el potencial que se esconde en la mejor de tus habilidades. Arte es crear, distinguirte, provocar. Porque el arte, es un medio de comunicación: ya sea contigo mismo, ya sea con los demás. Por eso, el arte no puede ser pasivo. El arte debe provocar algo. Y todos, absolutamente todos, tenemos arte para algo.
Dedica un tiempo de tu vida a descubrir cuál es tu arte. Empieza investigándote, conociéndote, poniéndote a prueba. Y, si aun así, todavía no has identificado cuál es, pregunta a aquellos que te quieren, aquellos que sabrán identificar rápidamente la mejor de tus facetas, la mejor de tus virtudes. Y, cuando la tengas localizada, continúa trabajándola, sácale partido, dale potencia. Conviértela en tu marca personal. En tu aliada, tu recurso en los mejores y peores momentos, tu vía de escape o tu pozo de placer. Pero, sobre todo, conviértela en el canal de comunicación más importante: el que te comunica contigo mismo, el que te lleva hasta ti.
Siéntete y escúchate a través de él. Sé consciente de lo que tu cuerpo y mente te están pidiendo a cada momento. Hazte caso, no te ignores. Los sentidos en tu cuerpo existen, precisamente, para eso mismo: para que sientas. Y lo que percibes a través de tus sentidos, aquello que ves, oyes, hueles o saboreas, es lo que provoca que tú te emociones.
Sin embargo, y lo sabes porque lo has vivido, hay emociones que requieren de una reflexión. Hay emociones tan complejas, tan difíciles o tan intensas de sentir que nuestro cuerpo sólo es capaz de aceptarlas cuando las comprende. Es decir, después de haberlas entendido, después de haberlas reflexionado.
Te pondré un ejemplo: sin reflexión, sería como tratar de meter un elefante (emociones intensas) en la jaula (tu cuerpo, tu mente) de un pájaro (tú).
Hay momentos en los que sentir tanto puede colapsarnos, dañarnos si no analizamos lo que sentimos. Necesitamos catarsis emocional, es decir, dejar fluir nuestras emociones y sentimientos como si de una cascada se tratase. Necesitamos tormentas en nuestra estabilidad para que, posteriormente, llegue la calma. Cuando estamos tristes, necesitamos llorar para transformar un poquito de ese sentimiento incorpóreo e invisible en algo físico y externo. Necesitamos hacerlo para que no se instaure la pena reprimida en el corazón.
Igual que una madre necesita sufrir para traer consigo una vida. Igual que un niño necesita correr el riesgo de caer para aprender a andar solo, sin ayudas. Del mismo modo, exactamente del mismo, tú necesitas sentir correr el riesgo de sentir para poder ser tú mismo. Aunque sentir y dejar paso a lo que realmente tu alma experimenta conlleve el riesgo de dejar fluir emociones que preferirías ser capaz de controlar.
Necesitas sentir para ser tú: para ser tú contigo y con los demás.
Pero, y lo más importante es que, de nada servirá que sientas, si no reflexionas acerca de ello. Y, esta reflexión, muchas veces, se consigue a través de lo mejor que sabes hacer.
Y es que uno reflexiona ante tareas que transmiten tranquilidad. Y nos comunicamos con lo que nos rodea de un modo saludable gracias a esas reflexiones. Gracias al tiempo que hemos invertido en comprender por qué somos como somos y por qué sentimos lo que sentimos. Y, a partir de este profundo entendimiento de lo que sucede en nuestro interior, somos capaces de establecer relaciones con nosotros y con los demás.
¿Y tú... tienes arte?
Der Kalte Regen spielgelte sich in ihren orangefarben Augen. Während die Blätter den nächtlichen Frieden durchbrachen, als sie von den Bäumen fielen. Ihre süßen Kürbis-Küsse weckten mich, doch ich empfand Traurigkeit, nicht tot zu sein.
El frío de la lluvia se reflejaba en sus ojos dulces color naranja. Mientras las hojas rompían el silencio de la noche al caer de los árboles. Sus besos dulces de calabaza me hicieron despertar, pero sentí tristeza de no estar muerto
Los golpes en la puerta me despertaron a las 2 de la madrugada. Esperé unos segundos para estar seguro de que había oído bien. Sí, alguien estaba golpeando mi puerta. Me levanté y caminé despacio, pensando que quienquiera que fuese, había podido abrir la puerta del edificio y había subido hasta el último piso… ¿para qué? Mire por la pequeña rendija de la puerta y vi la del departamento de mis vecinas, justo enfrente, abierta y con la luz encendida. Escuché voces de mujer. Más bien gritos, y abrí la puerta.
Cuando nació el tercer hijo de Doña Victoria lo bautizaron con un nombre que ya no recordaba, creció rápido para poder apoyar a papá en la parcela, sobrevivió hasta convertirse en el mayor de los hermanos y el último en irse a la capital. De su infancia solo recordaba las pocas horas que fue a la escuela, los domingos en la iglesia y las cosas que le enseñó papá. Su recuerdo más antiguo era de una misa, lo mandaron a callar de un golpe mientras el cura recitaba el Evangelio de Juan, y como lo que decía Juan era más importante que lo que pudiera decir cualquiera en el pueblo decidió llamarse así: Juan Casas, tercer hijo de Doña Victoria, el mayor de todos y el último en irse.
Vuelvo a repetir, no somos el problema, el problema es lo que ves, lo que consumimos, es aquella película, aquella serie, aquella canción, aquella escena que se mueve como satélite, esperando el momento para eclipsar tu luz y, en la oscuridad, gatear hasta la habitación.
Ahora, seamos sinceros ni tú, ni yo, ni ella y quién sabe, si aquel, va a descubrir nada nuevo; como te dije, esto ya lo vimos antes, en un programa televisivo, mientras sonreíamos tomados de las manos, jurando y brindando por tu amor... mi amor.
Está bien, lo admito, no voy a llenarme de excusas, ni te voy a dar los argumentos, pero alguien debió abrir esa cajita "pandoriana" que se guarda el primer día, debajo de la cama, cuyos demonios que escondemos inevitablemente vuelven a salir.
Me voy, pero... no digas que no te lo dije.
Contradicción 4
Volver a esa isla
es sumergirme por completoContradicción 3
Hace unos días te escribí un poema.
Contradicción 2
Ojalá vinieras un día.
Contradicción 1
He ido sabiendo...
a lo largo de estos añosSabes algo?
Besas muy mal...
Lo siento, pero fueron muchos años esperando ese momento... para nada. No sé... quizás estabas nerviosa, o el alcohol te jugó una mala pasada. No estabas totalmente cómoda o relajada, aunque si muy dispuesta... Incluso cuando intentaste un beso "más íntimo"... se notó tu esfuerzo, pero sinceramente, no se sintió nada.
Yo pensaba en ese momento, que te amaba y ambos sabemos que no era así... Luego la vida se encargó de demostrarme (nos) que era un error... mi corazón ya estaba en otro lugar.
Igual guardo en un lugar muy especial de mi memoria lo que pasó, y estoy muy agradecido por la experiencia, esto sólo es un comentario random que no leerás...
Te pones muy cortante? Te dejo de hablar.
Apareces y desapareces? No me vuelves a encontrar.
Te da "flojera" hablar conmigo? No vuelvo a tomar la iniciativa.
Cada día que yo pase estresado, preocupado, triste, sobrepensando y analizando cada uno de tus comportamientos. O que generes en mi duda o ansiedad, es tiempo perdido y yo tiempo para perder no tengo.
Es que hay que entender que hay personas que si saben lo que valen, que entienden que si no hay lugar para ellas, simplemente no pueden estar. No se arriesgan a perder la dignidad por nadie, mucho menos por una persona que está jugando.