lunes, 28 de enero de 2019

Letras inconexas...


Sólo quería escribir, sin tanto que poner, con con mucho que decir… son tan sólo unas líneas tímidas que quieren expresar el gusto de andar amándote un rato más… Ya sabes, cuestión de dejar que las expresiones se escapen de mis manos, que me encante buscar tu sonrisa, el breve mirar entre segundos escurridizos…

Expresiones que nos vayan haciendo partícipes de melodías amables, de bailes mentales, poesía que se recita a la distancia de la cobardía, suficiente como para no hacerte escuchar mi latido delator.

sábado, 26 de enero de 2019

La eternidad...


El amor no es eterno, el amor busca la eternidad, y a veces te la da. El amor reza por perpetuidad en tus ojos, camina hasta el infinito de tu mano y escucha al universo latir dentro de tu corazón. El amor engaña al tiempo rellenando el espacio entre las manecillas del reloj. 

Escapa de  la muerte en tus recuerdos y derrota al miedo en cada paso que das contra tus instintos. 

El amor busca la trascendencia en lo cotidiano, escapa de lo superficial y se juega la vida en pequeñas batallas habituales. El amor pasa de la rutina, está después de las 24 horas del día, está después del sexo, está al final del calendario, cuando no hay autos, efectivo, viajes, carteras, rostros deslumbrantes, anatomías perfectas...

Cuando sólo quedan dos almas que conversan en la eternidad. 

viernes, 25 de enero de 2019

Calles...


Todas las calles guardan un secreto, sobre todo las calles donde crecí, aprendí y olvidé las cosas que me quisieron enseñar, como mis viejas callecitas de la adolescencia donde alguna vez terminé mal una pelea o el portón de la casa donde fallé tantos goles imposibles. Todos los caminos se vuelven a pisar dos veces en la vida, ya sea por voluntad propia o por algún pretexto perdido en las excusas de la rutina que hoy me hacen volver. Todas mis calles guardan un dolor, como el umbral de su puerta, por donde pasaba cada mañana para esperarla salir con el cabello recién bañado y su falda a cuadros muy pequeña, mientras yo ensayaba una mueca de casualidad tratando de convencerla todos los días de que teníamos el mismo destino, que íbamos al mismo sitio, y que no me molestaba desviarme 30 minutos diarios de mi ruta para pasar a la misma coincidente hora por su casa.

Hay algunas canciones que le recuerdan rutas a nuestros pies, como esa versión que hace Andrés Calamaro del "Volver" de Gardel. Y no fue a propósito, lo juro... fue culpa de mi iPod, y ya luego no pude evitarlo, bajarme en ese viejo kiosko donde antes solía leer los encabezados sin comprar nada, pasar por la nueva fachada de mi antiguo hogar, revisar los escondites infalibles a la hora del juego, buscar algún rastro de mi rayuela en la acera. Seguir directo mi camino ritual hasta su casa, mirar de reojo la silla donde la espere, entrar a la panadería desde donde vigilaba que se abriera su puerta y saliera para dejarme acompañarla en ese camino etéreo y tartamudo que duraba algunas horas para mi, pocos minutos para ella, donde quizás algún día me atrevía más y fingía tropezarme torpemente para caer a su costado, o inventaba que tenía algo en el cabello para poder desenredar un rayo de sol matutino que se le había quedado prendido en un costado. O la esquina donde quizás se me ocurrió invitarla por primera vez al cine con el poco dinero que siempre logro que me sobre, o la curva donde quedó escondido mi miedo a morir desangrado en sus pies diciéndole que solo vivía para ella, para acompañarla en las mañanas y soñar todas las noches planeando el día siguiente.

Así los vientos de otros tiempos mejores cambiaron nuestros rumbos, hasta que esa canción me trajo hasta aquí, por aquello de volver, y entre que compraba una empanada de esas que comía en esos días cuando se tardaba en salir, la versión de Calamaro en mis oídos seguía sonando y quizás tenía razón, y tal vez veinte años no son nada, y podría demostrarle a la vendedora que me había reconocido con lástima que no es tan malo vivir con el alma atrapada en un recuerdo, y que ya no tengo miedo del encuentro, que ya no quiero torturarme todas las noches con futuros inventados y castaños, quizás, quizás aun hay esperanzas...

jueves, 24 de enero de 2019

Bella


Yo me enteré tarde de tu belleza, te vas a reír, pero creo que si no lo hubieran comentado mis amigos no me habría percatado. Al principio dudaba, pero sus argumentos eran muy convincentes, y tus ojos tan transparentes. Con los años y nuestros días, la gravedad de tu hermosura me fue absorbiendo y ya no podía hacer más que mirarte, esperar y mirarte, escuchar y mirarte, ceder a tus certezas y robarme el tiempo que me faltaba para regalártelo.

Fuiste tan bella todos esos años, en todas las distancias, en la cercanía y en la conversación, al extremo de la línea telefónica o cruzando calles a mi lado. Nunca te lo dije, no me gusta decir obviedades, nunca te solté ni un piropo, porque me es fisiológicamente imposible, no creas que andaba por ahí recitando al oído cosas que no te decía a ti...

Ninguna otra mujer merece ser llamada hermosa mientras tú vivas.

miércoles, 23 de enero de 2019

(Tu voz)

Entré a la operación cerca de las 3 de la tarde, recuerdo estar en una sala, mientras me preparaban, sintiéndome feliz de que el último rostro conocido fuese el tuyo. Haber visto tus ojos mientras se cerraba la puerta me daba fuerzas de pelear, para volverme a encontrar esa mirada frente a mi. 

Nunca te lo dije, pero eras lo último que pensé mientras hacía efecto la anestesia y la conciencia se diluía en una textura nebulosa que me apartaba de mis sentidos. Pero estaba listo para el proceso, tenía una estampita de Jesús de la Misericordia debajo del gorro y tu mirada en mi centro. Gracias a ambas sobreviví.

Quizás no lo sabes, pero tu mirada lo abarca todo... Está llena de sueños (cumplidos y por cumplir), de planes... de juramentos... de Luis Pablo; dentro de tus ojos está reflejada eternamente la sonrisa de tu hijo... y de Dios

Tus ojos son una muestra tangible de la belleza perfecta de la creación divina.

Recuerdo la imagen de tu rostro hasta desaparecer mi conciencia en la paz más absoluta... Protegido por Jesús de la Misericordia y por el deseo de regresar a ti, para juntos hacer un mundo feliz para nuestro hijo, haciendo realidad su deseo más profundo.

La verdad es que no tengo manera de calcular cuanto tiempo estuve "ausente"... Solo alcanzo a recordar como se iba aclarando el tatuaje visual permeable de las luces del quirófano en mis párpados. La distribución geométrica de los círculos brillantes y difusos que me hicieron compañía por un tiempo sin medidas... Mientras, poco a poco, se hacían más detallados y, que por alguna razón, me refonfortaban... Y... de repente... una voz.

Recuerdo la voz de mi hermano echando broma sin poder evitar sonreír, no sé si externamente se notaba... Pero reía con sus ocurrencias tan típicas... Hasta que se movió mi mundo... Como se movía siempre desde que te conocí... Era tu voz... Recuerdo perfectamente lo que me dijiste, con lujo de detalles...

Esas palabras mágicas me salvaron... Me indicaron el camino por donde seguir a travéz de la niebla espesa... Tenía que regresar a ti, regresar a esa promesa que me hiciste en medio de los sonidos de las máquinas que me ayudaban a controlar la respiración en ese momento y medían mis signos vitales... Los aparatos me mantenían vivo, pero lo que me dió la voluntad para seguir fuiste ... 

El sonido de tu voz... y la luz del faro de tus ojos me llevaron a salvo a la orilla...

Y nunca tuve miedo...

jueves, 17 de enero de 2019

Batallas...


*La literatura te permite ganar batallas perdidas...

Ahora en este este espacio vacío vienen líneas como soldados de batallones a preparar mi primer ataque. Ya sabes, el silencio y el resguardo fue necesario después de la última derrota que me dejó apenas con un poco de respiro. Ahora vienen, ya los escucho. Entre cantos y versos desfilan a lo lejos, preparados para lo que les diga. Airosos saldremos ahora de esta nueva batalla. Ha habido tiempo para planear mejor las cosas, entender de los errores, valorar los aciertos y continuar, siempre continuar.  Sin embargo, si me ves, ahora cargo con algunas cicatrices, he perdido dos dedos de la mano derecha, la vista no es la misma de antes y quizás algunos dirán que tengo un leve cojeo, no obstante, he tenido tiempo para crear este territorio nuevo y explorar sus calles y pasadizos, escuchar a los extraños, el respiro lento y pausado de los ancianos y los gritos alocados de los niños.

He tenido  tiempo para crear las bancas en donde suelo sentarme y así ver aquellos escapes del sol o coqueteos de la luna. De crear el malecón que siempre me permitió conversaciones prolongadas entre amigos. Ahora con este nuevo batallón de líneas solo queda dar el primer ataque.

La espera es buena aliada cuando no tienes muchas herramientas, sin embargo no es buena si ya cuentas con ellas. Así que no hay vuelta que dar es mejor salir de una vez y lanzar nuestro mejor ataque.

domingo, 6 de enero de 2019

Vicio...

A veces parece un vicio el no querer dormir, otras veces es inevitable. Cuando tu abdomen tiembla de la impotencia y tu mano escribe lo más rápido que puede las ideas que tu mente vomita por la rabia y por la desesperación de sentirse insatisfecho con la imagen que te regresó el espejo, cómofuequellegamosaterminarasí. Respira, cómo fue, el desorden de los días, las mañanas perdidas en quién sabe que nube o tras cual falda, las derrotas anunciadas en versos de Vallejo, o el simple hecho de saberse perdido en un laberinto de mil y unas noches...

¿Qué coño hago?

¿Cómo arreglo esto.

Respira...

Busca soluciones... es un circulo vicioso; te preocupas, duermes poco y mal, pierdes la misma guerra contra las sabanas todas las mañanas, no tomas un buen desayuno, viajas en un estado deplorable, hambriento y lento, respira, llegas tarde (otra vez) y ya es la tercera falta seguida, entonces te amenazan, te hacen firmar memorándums al por mayor, te preocupas, duermes poco y mal, pierdes la misma guerra, etc. etc. etc.

Y si quieres un consuelo, te ahogas en cerveza, escuchas tus discos favoritos, esos que no sirven para nada más que ponerte peor, tratas de llegar ebrio a casa... Así que vas por ahí esperando que se te pase un poco la borrachera o que se disipe tu mente, hasta que te olvidas de las avenidas, o de los atajos, y saltan dos sombras del callejón más cercano y se llevan el celular que aún no terminas de pagar, respira, ya pasó, y se llevaron también la billetera, pero por lo menos no te mataron.

El grandísimo coño de la madre, al día siguiente se le ocurre a tu jefe abrazarte efusivamente buscando devolverte la motivación que tenías hace algunos meses y siente toda la marca que dejó el alcohol en tu cuerpo, y tu mujer se ha ido para siempre otra vez...

Y en la noche - maldita sea la noche - una mano blanca, de mujer, se posó en tus rodillas y entregó su boca como un escape, como una salida y las copas fluyeron, pero hasta antes de las 12 mejor, que mañana no puedes llegar tarde de nuevo...

Lo mejor sería tomar un taxi para ver si la prisa llama al sueño, y esa puta mano que no para de temblar mientras el reloj que tienes en el pecho aumenta las revoluciones... vomitas lo poco que has comido y mañana seguro que llegas tarde, o se va otra mujer, o tu vida sigue sin tener sentido...

Coño! Mejor nos terminamos la botella de un sorbo!

A ti...

Te extraño como se extraña esa inocencia de cuando eras niño. Como se extraña el café hecho en casa cuando estás de viaje, como se extraña ese rincón favorito que ha sido ocupado por algún desconocido,  como ese libro que tanto disfruté leer y ahora he terminado. Te extraño como ese olor que tanto amaba cuando era pequeño y ahora está casi olvidado. 


Te extraño con esa añoranza de saber que te has ido y no volverás nunca.