miércoles, 23 de enero de 2019

(Tu voz)

Entré a la operación cerca de las 3 de la tarde, recuerdo estar en una sala, mientras me preparaban, sintiéndome feliz de que el último rostro conocido fuese el tuyo. Haber visto tus ojos mientras se cerraba la puerta me daba fuerzas de pelear, para volverme a encontrar esa mirada frente a mi. 

Nunca te lo dije, pero eras lo último que pensé mientras hacía efecto la anestesia y la conciencia se diluía en una textura nebulosa que me apartaba de mis sentidos. Pero estaba listo para el proceso, tenía una estampita de Jesús de la Misericordia debajo del gorro y tu mirada en mi centro. Gracias a ambas sobreviví.

Quizás no lo sabes, pero tu mirada lo abarca todo... Está llena de sueños (cumplidos y por cumplir), de planes... de juramentos... de Luis Pablo; dentro de tus ojos está reflejada eternamente la sonrisa de tu hijo... y de Dios

Tus ojos son una muestra tangible de la belleza perfecta de la creación divina.

Recuerdo la imagen de tu rostro hasta desaparecer mi conciencia en la paz más absoluta... Protegido por Jesús de la Misericordia y por el deseo de regresar a ti, para juntos hacer un mundo feliz para nuestro hijo, haciendo realidad su deseo más profundo.

La verdad es que no tengo manera de calcular cuanto tiempo estuve "ausente"... Solo alcanzo a recordar como se iba aclarando el tatuaje visual permeable de las luces del quirófano en mis párpados. La distribución geométrica de los círculos brillantes y difusos que me hicieron compañía por un tiempo sin medidas... Mientras, poco a poco, se hacían más detallados y, que por alguna razón, me refonfortaban... Y... de repente... una voz.

Recuerdo la voz de mi hermano echando broma sin poder evitar sonreír, no sé si externamente se notaba... Pero reía con sus ocurrencias tan típicas... Hasta que se movió mi mundo... Como se movía siempre desde que te conocí... Era tu voz... Recuerdo perfectamente lo que me dijiste, con lujo de detalles...

Esas palabras mágicas me salvaron... Me indicaron el camino por donde seguir a travéz de la niebla espesa... Tenía que regresar a ti, regresar a esa promesa que me hiciste en medio de los sonidos de las máquinas que me ayudaban a controlar la respiración en ese momento y medían mis signos vitales... Los aparatos me mantenían vivo, pero lo que me dió la voluntad para seguir fuiste ... 

El sonido de tu voz... y la luz del faro de tus ojos me llevaron a salvo a la orilla...

Y nunca tuve miedo...

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