"El silencio también es un final,
y aprender a aceptarlo
es un acto de amor propio."
Muchos días después de terminar, me descubrí escribiéndole mensajes que nunca tuve el valor de enviarle, no eran largos ni extensos, eran simples "te extraño", "vuelve", "nada es igual sin ti". Los escribía cada noche, me quedaba pensando por un rato y después sólo los guardaba, pensando quizás, que algún día tendría el valor de enviar, y que tal vez, tendrían alguna respuesta.
Una noche de tantas, los volví a abrir y a leer, y no sé qué se cruzó por mi mente, pero decidí borrarlos todos, así, sin titubear, borré las fotos, los mensajes, todo; sentí un gran alivio, y por fin me dije "nunca más".
Y así fue... Nunca más.
Entendí que ya no necesitaba respuestas, entendí que el cierre lo había dado ella el día que se fue, y que éste tendría que ser el mío, no de hacer las pases con el pasado, sino de tener una reconciliación conmigo. Entendí que para poder dejar ir... primero tenía que liberarme yo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario