La PAZ, es la fuente
de todas las cosas.
Cuando hay Paz todo
es posible, la Felicidad, el Amor, la Compasión. Una de las principales
motivaciones de nuestra alma será la búsqueda de la Paz.
La Paz es la clave
para que los milagros se manifiesten en nuestra vida, todo aquello que
queremos, que merecemos, y que a veces parece que es imposible obtener. Todo se
puede obtener si estamos alineados con nuestro Ser y conseguimos estar en Paz.
“La
Paz es la clave de todo conocimiento, de todo misterio, de toda vida” (Extraído del libro
"El Efecto Isaías" de Gregg Braden).
La Paz es la
manifestación de estar en contacto con nuestro verdadero Ser, con nuestra
verdadera esencia divina, con quien realmente somos y desde ahí, desde la
vibración de la consciencia de saber quiénes somos y estar en contacto con la
Fuente que todo lo que Es, podemos manifestar y crear desde la Paz, desde
el Amor. Para alcanzar la Paz, debemos expandir nuestra mente y nuestra
consciencia.
Debemos observar
nuestros pensamientos. A veces cuando estamos en el conflicto interior del día
a día en el que nos sumergimos debido a los pensamientos continuos que tenemos,
sobre todo los de mayor intensidad densa y que tienen también su manifestación
en actos externos, es difícil observar qué clases de pensamientos tenemos. Por
eso debemos encontrarnos en el silencio, tomar contacto con nuestro YO, con
nuestra esencia, acercarnos a nosotros mismos, para poder desde ese estado
tomar consciencia de cuáles son esos pensamientos y así ver que ellos no son
realmente NOSOTROS.
Para cambiar el
exterior, primero tenemos que transmutar, producir en nosotros la química
necesaria, de aquello que experimentamos dentro de nosotros, así la Paz también
podrá manifestarse y proyectarse fuera. Es la clave para que pueda manifestarse
en el exterior la ansiada Paz, esa que buscamos en el Mundo y que queremos
encontrar en nuestras relaciones con los demás, en la Economía, en la
Sociedad,… Para aportar Paz a las personas que nos rodean, con las que
convivimos, debemos ser primero nosotros esa Paz.
Debemos empezar por
cambiar nuestros pensamientos. Tenemos que empezar por responsabilizarnos de
nuestras propias creaciones.
Esperamos que la Paz
venga de fuera; estamos proyectando continuamente nuestra felicidad, la Paz, a
acontecimientos externos futuros, que esperemos que se den para que nosotros
podamos alcanzarla. Al hacer esto, estamos aceptando la creencia de que es algo
por tanto ajeno a nosotros y que no podemos controlar, lo cual nos produce
angustia porque entramos en la duda de que pueda manifestarse en nuestras
vidas, por lo que el flujo a esta posibilidad la cerramos, cerramos el flujo de
atracción de la Paz y Felicidad a nuestras vidas. La asociamos a determinados
acontecimientos futuros, y sólo en el presente es realmente posible Ser y
alcanzar la Paz divina, la que es inherente realmente a nuestra verdadera
naturaleza, a nuestro verdadero Yo Soy.
Es hora de
responsabilizarnos por nuestros actos, por nuestros pensamientos. Hay que estar
atentos a los pensamientos que realmente son la causa de la infelicidad y de no
estar en Paz, pues nuestros pensamientos son los que muchas veces nos provocan
tortura mental. Debemos ser conscientes de que esos pensamientos no somos
nosotros y aprender a desconectarnos de ellos. Si entramos en ellos en vez de
ser meros observadores y desconectar, nuestra mente creará más
pensamientos para justificar y recrear que sigamos en ese miedo o temor o dolor
que nos produce la infelicidad e impide que estemos en un estado de paz. Ella
actúa sólo como sabe hacerlo, se alimenta de nuestros pensamientos y los recrea
una y otra vez aunque esto no sea la realidad, provocando que estemos en un
estado de desequilibrio interior.
Queremos la Paz, pero
no nos damos cuenta de que estamos enganchados al conflicto interior del drama.
Tenemos que responsabilizarnos de nuestros actos y a la vez no aceptar como
propios los que no son nuestros o las circunstancias y aprendizajes de vida de
otros. Aquí entra además el inconsciente colectivo del sentimiento de culpa de
no sentir el dolor ajeno como propio, necesitamos involucrarnos emocionalmente
para no “sentirnos culpables o malas personas” si no lo hacemos, tenemos la
creencia de que debemos sufrir y sentir el dolor ajeno, con lo que cedemos
nuestro poder, nos alejamos de la Paz Interior y tampoco así podemos ayudar
realmente a la otra persona y menos a que consiga también la Paz.
Actuamos desde el juicio en estos casos. No se trata de no ayudar a las
personas, sino de tener una visión diferente de los acontecimientos y permitir
desde otra consciencia los aprendizajes de vida de otras personas, sin sentir
la necesidad de tener que sufrir por ello o tomarlo como propio, recreando
incluso en nosotros el dolor que supuestamente creemos que debe sentir esa
persona. Apartamos así de nosotros y de los demás la maravillosa Paz.
Debemos elegir entre
estar en Paz y rendirnos a no caer a nuestro propio juicio interior sobre esto
o seguir viviendo en el continuo drama en el que nos metemos, en la densidad,
en la infelicidad y el sufrimiento; muchas veces después de caer en la energía
del drama, nos sentimos enfadados y frustrados y ello es debido a que realmente
nuestro interior, nuestro Ser sabe que esta energía no es nuestra y a ello se
une el hecho de que si después los demás no actúan con nosotros desde esa
energía del drama en que decidimos participar cuando estamos en una situación
similar, nos sentimos defraudados y enfadados, aunque deberíamos preguntarnos
en este caso por qué estamos realmente enfadados, pues a lo mejor descubrimos
que no es por el motivo aparente que creíamos . Realmente nos decepcionamos con
nosotros mismos por no ser auténticos, por no mantenernos en nuestra energía, y
esto provoca que nos salgamos de nosotros mismos, y por tanto fuera no podremos
encontrar la Paz. Muchas veces la necesidad oculta de aceptación está también
detrás del drama.
Otras veces nos
alejamos de la Paz al persistir en mantener una vieja energía en nuestra vida
que ya no nos interesa y que rechazamos abandonar por la necesidad de alcanzar
lo que creemos que es un “logro o victoria”. El ego se apodera en estos casos
de nosotros y ocupa nuestros pensamientos que sólo buscarán el medio para
alcanzar esa victoria de tener razón o lograr un propósito que ya no nos sirve
ni es real si nos centrásemos en el presente. En el presente puedes ser
consciente de este gran ego que te lleva al sufrimiento en vez de a la Paz.
Esto puede verse en conflictos pasados con otras personas y que siempre traemos
al momento actual viviéndolas, sintiendo toda la carga emocional densa del
momento como si los hechos se estuvieran produciendo ahora y maquinando siempre
como vencer en ese conflicto. Esto no es fructífero para ti, pero desde el ego
es imposible verlo y la mente puede llegar a controlarte no queriendo abandonar
y soltar, que es el único modo para realmente encontrar la Paz.
Respira y céntrate en
el presente. Sólo desde ahí puedes dejar ir esto. Estos pensamientos no son Tú.
No te aportan nada y menos felicidad.
También a veces no
podemos estar en Paz, porque nos ponemos muchas cargas debido al falso sentido
del llamado “sentimiento de responsabilidad”, que no es sino otro síntoma del
drama, otra máscara más.
También debemos
hallar la Paz en nuestro cuerpo; Debemos estar en Paz con nuestro cuerpo,
amarlo, respetarlo, escucharlo, cuidarlo,… muchas veces nos indicará los
conflictos que tenemos en nuestro interior y que nos impiden alcanzar la Paz a
través del dolor. Debemos amar y respetar las partes de dolor de nuestro
cuerpo, hablar con él y con nuestras células, darle las gracias por lo que nos
hace tomar consciencia y dejar ir también ese dolor. Es el vehículo para
manifestar nuestro espíritu, nuestra divinidad y merece nuestro respeto. Paz en
nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestros pensamientos.
El descontento, la
frustración, la rabia y el sufrimiento en y por la vida cotidiana que no nos
gusta o que ésta sea contraria a lo que queremos realmente, nos aleja de la
Paz. La actitud que tomamos ante los acontecimientos externos y la
interpretación que hacemos de ello o la carga emocional que le ponemos, es la
que hará que nos alejemos de ella o bien que la atraigamos al aceptarlos de
forma consciente sin juzgarlos.
Cuanto más fluyamos
con la vida, con sus acontecimientos y aceptemos sin juzgar más en Paz con
nosotros mismos podremos estar. Ser fieles siempre a nosotros mismos también
ayuda a alcanzar esa Paz.
Es necesario tomar
contacto con uno mismo, con su consciencia expandida, con el silencio interior.
Hay que encontrar un espacio que sea especial para nosotros en el que todo es
tranquilidad, fluido, presente, en el que los pensamientos no están. Esto sólo se
consigue yendo hacia ti mismo, hacia tu interior y verdadero Yo y
permanecer ahí en silencio el mayor tiempo posible que puedas durante el día,
para que ese estado de Paz vaya siendo la energía habitual en ti. Cuanto más en
presencia puedas estar, y cuanto más puedas hacer esto, tu vibración cada vez
será mayor y este estado se irá convirtiendo poco a poco en algo natural para
ti, hasta que consigas cada vez estar más en el Presente y en estado de
felicidad y Paz. Estos momentos de silencio activo consciente, son muy
necesarios para quien busca la Paz. Recuerdas quien Eres y eso hace que estés
en Paz contigo mismo.
La Paz es la clave de
los milagros para nuestra vida. Necesitamos expandir nuestra mente y
consciencia para el perdón, para vivir, para acercarnos a nosotros mismos; para
amarnos y amar, para cambiar el curso de la historia y los acontecimientos,
porque desde la Paz sólo puedes buscar y alinearte con el Amor, que es la
máxima expresión de felicidad. Es la clave de la sabiduría y de alcanzar la
maestría interior mediante el contacto con nuestro verdadero Yo. Esto también
contribuye a mantener un buen estado de salud. Implica también el no juzgar.
Podemos alcanzarla visualizando con entusiasmo también la Paz que queremos y
creyendo que es posible para que se dé. Así la atraeremos
Merecemos la Paz, el
Amor y la Felicidad.
Aceptación,
entusiasmo, felicidad simple y placentera.
Estar en el presente
y rendirse a toda lucha y fluir para poder encontrar la Paz. La infelicidad se
disuelve en el ser conscientes del presente.
La Paz verdadera está
en Dios y se consigue con la oración.