miércoles, 21 de septiembre de 2016

Al verla..


La evitaba. 

Porque sin importar el lugar de la cita, siempre se daban placer y daño,
y la cosa terminaba primero por las nubes,
después en el aire, y al final en tierra. 

A veces su cuerpo caía por sí mismo. 
Otras era necesario tener paciencia.
Y enrollar la cuerda atada al tobillo, 
como globo unido a otro globo grande que regresa.

Daba igual.
Si aterrizaba suave
o tocaba
suelo de emergencia.

No podía evitar
encontrarse de nuevo: desdeñoso.

Por eso al verla aspiraba hondo.
Acortaba los pasos. 

Levitaba.

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