- "Estoy segura de que vi a
alguien en la ventana!"- aseguraba ella, fumando desesperada su cuarto
cigarrillo en fila, entre aterrada e impotente ante la incredulidad de su
marido.
- "Es imposible cariño, estamos en
el último piso de un edificio de más de veinte niveles, nadie puede estar
asomándose aquí"- le replicaba él.
Pero lo había visto, juraría que lo
había visto... un hombre con expresión angustiada, trémulo, pero sin apartar la
vista de la suya, su marido aseguraba que estaba soñando, esa madrugada fría
era propicia a eso, especialmente por lo eventos de la noche anterior.
No había querido matarlo, pero los
tragos y el trasnocho habían aletargado sus reflejos al punto de no darle
tiempo de esquivar aquel ser solitario que caminaba en medio de la niebla.
Todavía podía ver las marcas del rostro
en el vidrio empañado de la ventana, con mezcla de culpa y rabia... rabia
contra su marido por no creerle, o no importarle; contra el estúpido que se le
ocurre caminar a esa hora por una calle tan peligrosa y contra ella misma...
por no poder olvidar.
- "Esta bien! Déjame
revisar!"- dijo el hombre resignado, no tanto como para darle gusto o
tranquilidad a su mujer sino para que lo dejara dormir tranquilo.
Abrió la ventana con un gesto burlesco
hacía su esposa, señalando el vacío imposible de albergar una amenaza, menos de
un hombre o un fantasma, como le había dicho usando el tono infantil que ella
odiaba, ya que hacía tanto frío que seguro en sus ropajes espectrales no
aguantaría mucho afuera de la ventana... Estaba a punto de una nueva broma
cuando una fuerte ráfaga de viento entró violentamente a la habitación, creando
un remolino de ropas y papeles, tanto que la mujer tuvo que hacer un esfuerzo
enorme para permanecer en la cama. Se refugió debajo de las cobijas como pudo y
permaneció allí por unos minutos, hasta que todo se calmó.
Cuando ya estaba segura de que había
pasado salió de su improvisado refugio para encontrarse que estaba sola en la
habitación...
Llamó, gritó a su marido pero no hubo
respuesta... sólo silencio. Corrió por todo el apartamento y no encontró
rastros de él, salió al pasillo y tocó desesperada en las puertas de los
vecinos, pero nadie salió. Bajo al lobby y no encontró a nadie, ni al
vigilante, ni al portero, ni a los conserjes en su habitación... simplemente a
nadie.
Trató de abrir la puerta del edificio
pero estaba cerrada... estaba sola.
Desesperada fue de piso en piso a tocar
en cada uno de los apartamentos, pero nadie salió, no hubo respuesta. Sin casi
darse cuenta se encontró a sí misma en su propio hogar, sola. Ya la
desesperación había pasado a dejarla en una especie de estado shock... se sentó
unos minutos en la sala a fumar un par de cigarrillos intentando calmarse para
tratar de entender la situación, en ese momento escuchó un ruido en la
habitación, sobresaltándola pensado que era su marido y esta experiencia no era
más que una terrible pesadilla.
Pero al llegar a la habitación no
encontró a nadie... buscó por todos lados y no había ni la más mínima señal de
su esposo. Por un acto reflejo miró otra vez por la ventana para encontrarse
con algo que le heló la sangre...
había algo escrito...
al acercarse pudo leer en el vidrio
empañado una frase que decía: "por lo menos yo no estoy solo, pero tú
si"
Y gritó... y gritó... pero nadie la
oyó...
y se quedó gritando, sola... para
siempre.