Tengo arraigado en mi pecho el latido de tu voz,
al mismo tiempo que abrazo mi almohada
y susurro secretos que develan tu silueta de mujer...
Tengo arraigado en mi pecho el latido de tu voz,
al mismo tiempo que abrazo mi almohada
y susurro secretos que develan tu silueta de mujer...
Son muy extrañas las razones por las cuales las personas deciden no comunicarse entre ellas y llevar en el corazón trozos de amargura guardados... Cuando algo les molesta o les ofende se quedan callados, sumando rencor tras rencor hasta que conflictos, que en un principio eran simples, se convierten en gigantescos odios acumulados.
Por qué tendríamos que callar lo que sentimos? Y más aún frente a una persona en la que se supone que confiamos... O es que incluso con esa persona que se supone nos ama y amamos, estamos jugando al juego del ego y tememos vernos socavados?
El que no usa la boca, condenado queda a nunca ser escuchado. A siempre ser ignorado... a nunca obtener del mundo nada de lo que ha deseado.
Por eso, tenemos que levantarnos... Ser valientes y dar el primer paso.
Aprender a comunicarnos... hacer uso legítimo del don del habla y del razonamiento que por alguna buena razón a todos nos ha sido dado.
Nos sorprenderíamos de ver que la mayoría de las veces las personas queremos, pensamos y sentimos exactamente lo mismo:
Todo es cuestión de organizarnos.
Incluso las despedidas merecen hacerse con amor.
Con gratitud por lo vivido, con calma en el alma y sin rencor en el corazón. No todo lo que termina fue un error; a veces, simplemente cumplió su ciclo.
Hay que aprender a soltar sin odio, sin reproches, sin esa necesidad de culpar al destino... Cerrar la puerta con suavidad, sin hacer ruido, agradeciendo por las risas, por las caricias, por las pequeñas cosas que un día nos hicieron sentir vivos.
Porque nadie está realmente peparado para decir adiós, pero llega el momento en que quedarse duele más que partir... y si ya no se miran igual, si las palabras pesan, si el amor se volvió rutina, también es amor saber irse con respeto, con dignidad y con paz.
Dejar ir no siempre significa perder; a veces significa elegirte, sanar y abrir espacio para lo nuevo...
Porque empezar de cero no es un castigo...
Es una otra oportunidad para hacerlo bien...
...contigo primero
Con el tiempo él comenzó a retroceder. No porque hubiera dejado de sentir, sino porque comprendió que insistir en algo no correspondido podía desgastar lo que tanto habían valorado. Su presencia se volvió más intermitente: menos mensajes, menos encuentros... más silencios. Lo hacía con un respeto casi doloroso, intentando proteger la "amistad", pero dejando entrever una melancolía que ella no tardó en notar.
Fue entonces cuando el vacío empezó a pesar. La costumbre de tenerlo cerca ser convirtió en ausencia, y en esa ausencia ella descubrió lo que antes no había querido aceptar. Extrañaba su risa, sus conversaciones, esa forma de hacerla sentir vista de una manera diferente. Y, poco a poco, lo que había sido duda se transformó en certeza: en realidad también lo deseaba... aunque no lo hubiera entendido hasta que él comenzó a desaparecer.
Cada recuerdo se volvía más intenso en su mente, como si la distancia encendiera algo que antes permanecía dormido. La amistad había sido siempre el puente, pero ahora sentía que quería atravesarla hacia un lugar nuevo, desconocido y emocionante. Lo que antes había temido perder, ahora temía no alcanzar nunca si lo dejaba ir del todo.
No sabe usted la falta que me hizo. No imagina lo que hubiera dado por verla, tenerla cerca de mí, sintiendo su cuerpo junto al mío... Escucharle respirar; sentir su aliento, sentir el latir de su corazón... Sentir que éramos uno...
Pero no; la ansiedad ha dado paso al recuerdo con sonrisa (sin melancolía), con el orgullo de reconocer que no hice nada malo. Y la tranquilidad de saber que, esta vez, el Karma pasará de largo sin voltear hacia mí.
Ver la realidad de la luz de un nuevo día, y las nuevas oportunidades, que se asoman por mi ventana.
A usted siempre le gustó la sinceridad (aunque sólo en otras personas, no en usted misma) y después de pensarlo un par de minutos... Debo responder sinceramente;
Pues, le estoy muy agradecido por lo vivido...
pero no, ya no la extraño
"Si no te elige... bórrala!. El que suplica pierde..."
Si una mujer no está interesada en ti, desaparece.... así de simple!
Sin mensajes, sin indirectas, sin despedidas. No importa lo hermosa que sea, ni cuánto hayas imaginado con ella: si no te ve como su mejor opción... No merece tu atención... A ella no le interesa nada de lo que le quieras decir y, de paso, no cambiarás nada...
El error de muchos hombres es "arrastrarse" detrás de mujeres que nunca los eligirán al final, esperando migajas de atención y rogando por validación.
Sólo mira lo que tienes alrededor, para que precises las bendiciones por las que un día oraste y ahora tienes... Recuerda lo genial que era tu vida antes que ella apareciera... todos los días era una aventura diferente y, lo más importante, es que tenías (todavía los tienes) personas con quien compartir tus logros, que genuínamente se alegran por ti...
Coño, tenías planes y metas muy específicas, cierra su cápitulo sin "guardar cambios", y continúa donde quedaste... que esa Pausa no dañe todo por lo que tanto has luchado, recuerda que no ha sido nada fácil y es muy injusto dañar todo por culpa de una cuca...
Poco a poco (a veces más rápido de lo que crees) notarás que los pensamientos intrusivos con su cara se van a ir espaciando y dejarán de doler... eso es inevitable...
Cuando te reconectes contigo mismo,
los fantasmas dejarán de dar miedo.
Quiero llamarte, aparecer en tu puerta y decirte que nada importa.
Crees que no?
Pero ya entendí, a los coñazos, que no se puede amar por dos; que no se puede sostener algo que el otro ya soltó.
Yo te pienso, si... todo el tiempo.
Pero elegiste no quedarte.
Así que no lo haré, no te buscaré, aunque me duela hasta los huesos; aunque mi cuerpo pida tu piel... y, a veces, me gane la nostalgia.
No te buscaré... aunque me conozca de memoria tus horarios y todavía respete tu lado de la cama.
No lo haré... no porque sea un iluminado; no porque sea un "hombre fuerte"; no porque te haya superado.
No... a veces amanezco hecho mierda...
Antes pensaba que "el que quiere, lucha", que "el amor todo lo puede"
No es verdad: el amor no puede nada cuando el otro ya no quiere.
No voy a rogar, cariño... Entendí que insistir también es una forma de romperse. Que tengo que quedarme quieto, aunque el alma me pida a gritos uno de tus abrazos.
Y sí, probablemente, me vas a seguir doliendo (por lo menos un rato más)... Y si, te voy a pensar cuando algo me salga bien y me den ganas de contarte...
No lo haré.
Porque el futuro que imaginé, solo yo lo veía... Porque no puedo seguir poniendo el corazón donde no hay espacio para él
Ella olvidará todo lo que hiciste por ella después de la ruptura. Así funciona la naturaleza emocional humana: lo que siente en este momento tendrá más peso que todo lo que hiciste por amor, lealtad o sacrificio. No importa cuántas veces estuviste para ella, cuánto diste en la relación, cuántas veces te callaste por su paz o te esforzaste par hacerla feliz. Al final, la emoción presente aplasta toda lógica pasada. Duro, si... Injusto, también. Pero real.
Por eso, mi gente, si construyeron su identidad en función a cuánto han dado en una relación, prepárense para caer en pedazos cuando se acabe. Y eso no es culpa de la otra persona, es responsabilidad de ustedes. Tu valor nunca debe estar ligado a la validación o gratitud de nadie. No eres valioso porque alguien te lo reconoce, eres valioso porque has decidido conventirte en alguien que vale, con o sin aplausos. Esa es la difencia entre los que se hunden y los que se elevan.
El problema de muchas personas es que se olvidan de sí mismos en el proceso de intentar salvar a alguien más. Se desbordan para sostener una relación que ya está rota, pierden el enfoque, el rumbo, el respeto propio. No puedes amar a alguien más si para hacerlo necesitas dejar de amarte a ti (imposible). No puedes dar sin medida si lo que entregas es lo poco que te queda. Y después, cuando te dejan vacío, te preguntas por qué.
Una ruptura no es el fin. Es una advertencia. Una alerta que te grita que es momento de volver a ti, de reconstruir tu fortaleza, de reconectarte con tu propósito. Es la oportunidad de dejar de mendigar amor y empezar a imponer respeto. Porque cuando tú mismo te tratas con valor, los demás no tienen más opción que hacer lo mismo. O se alejan, o se adaptan a tu nueva energía. Pero tú no vuelves a ser el mismo.
No mires atrás esperando gratitud. No revises mensajes antiguos buscando justificación. No necesitas explicación. Lo que necesitas es dirección. Dolerá... claro. Peo ese dolor será la leña que avivará el fuego que llevas dentro. Redefine quién eres. Hazlo con firmeza, con estrategia y con una nueva visión de tí mismo, mucho más poderosa que antes.
Y si estás listo par tomar las rindas de tu vida, deja de ser dominado por tus emociones y empieza a construirte desde la raiz.
Empieza hoy; la transformación no espera
Sabes por qué aún no la supero?
Porque absolutamente nadie sobrevive a alguien así. Ella tiene la estúpida manía de mirar bonito, como si todavía creyera en algo...
brava... intensa...
Impuntual con todos, menos con sus tormentas...
magnética... contradictoria...
Brutalmente honesta, hermosa en su desorden y valiente en su miedo, insoportable a ratos, inolvidable siempre, ella es un caos con sonrisa de paz, tormenta envuelta en perfume caro...
impredecible... incómoda... inevitable...
Nunca presume de ser diferente y, por eso, lo es...
inestable... intensa...
Eterna en los detalles, tierna sólo cuando ella decide, generalmente cuando pocos la miran, fría con quien no merece su fuego. Ella no es de ningún lugar, pero el mundo parece más tuyo cuando está cerca, viéndola arrasar con todo pero sin romper nada... Dura de entender, fácil de sentir.
Peligrosamente libre... inquietante... desafiante... arrolladora... se bebe la vida sin miedo a atragantarse.
La amé incluso en sus peores versiones, que desastre tan precioso...
Pero si... también duele...
Coño, que si duele...
pero que dolor tan bonito
Te quise,
Te quiero
y aunque el universo nos tenga hoy en día separados,
jamás olvidaré lo que alguna vez fuimos...
...o pudimos ser.
Que no van a sostener mi mano cuando lo necesite, que no van a abrazarme cuando el espíritu se me esté cayendo a pedazos. Que no siempre tendré los besos que calman el alma o las palabras de aliento para seguir adelante.
Porque toda esta crisis en la que tuve que deducir que no eras tú, que siempre fui yo... también me ayudó a crecer.
Y vaya que está bien, te solté, pero jamás olvidé que te quise, que no fue un error, fuiste de gran ayuda para saber cómo volver a estar de pie...
que en serio te quería...
Que iba dispuesto a darlo todo; perderme en tus encantos, vivir muchas aventuras y locuras a tu lado, a cuidarte y protegerte de las penas, que te quería con todo mi aliento.
Y, a lo mejor, tanto amor te dio miedo.
Y se te escapó tanto de las manos, que lo único que hiciste fue marcharte... usando como pretexto
lo mucho que te quería
Que confundí tus migajas con un festín, tus silencios con misterio, tus ausencias con libertad...
Te hice un altar sin saber ue rezaba frente al vacío. Construí una versión de ti que jamás existió, una estatua de promesas en la que yo era el único creyente. Te puse nombres que no te pertenecían, virtudes que no tenías, y esperanzas que no pediste...
Y así me fui apagando, mientras tú solo dabas lo justo para ue no m fuera, lo suficiente para mantenerme creyendo que eso era amor... Que ese hilo delgado que apenas sostenías era destino y no costumbre.
Te idealicé tanto que cuando por fin te vi de frente, ya era tarde: yo estaba enamorado del espejismo que inventé. Y tú solo mirabas, sin entender como alguien podía amar tanto una versión que nunca fuiste...
Ahora lo sé.
Tus migajas nunca fueron amor, pero en mi hambre de afecto las hice banquete.
Y en esa ceguera no fuiste tú quien me engañó...
fui yo quien creyó que la ilusión dolía menos que la verdad.
y aprender a aceptarlo
es un acto de amor propio."
Muchos días después de terminar, me descubrí escribiéndole mensajes que nunca tuve el valor de enviarle, no eran largos ni extensos, eran simples "te extraño", "vuelve", "nada es igual sin ti". Los escribía cada noche, me quedaba pensando por un rato y después sólo los guardaba, pensando quizás, que algún día tendría el valor de enviar, y que tal vez, tendrían alguna respuesta.
Una noche de tantas, los volví a abrir y a leer, y no sé qué se cruzó por mi mente, pero decidí borrarlos todos, así, sin titubear, borré las fotos, los mensajes, todo; sentí un gran alivio, y por fin me dije "nunca más".
Y así fue... Nunca más.
Entendí que ya no necesitaba respuestas, entendí que el cierre lo había dado ella el día que se fue, y que éste tendría que ser el mío, no de hacer las pases con el pasado, sino de tener una reconciliación conmigo. Entendí que para poder dejar ir... primero tenía que liberarme yo.
Una mujer deshonesta, inmadura, mentirosa, infiel y narcisista. Que busca constantemente la atención de cualquier hombre en Redes Sociales o inicia conversaciones con todos...
Alguien que nunca apreció los detalles, ni el tiempo, que le dediqué.
Una mujer que no sabe estar sola, pero no se compromete en los desafíos de mantener una relación adulta, que al primer problema, simplemente, desaparece?
Pues creo que no perdí nada.
Hay días en los que uno se siente perdido. Como si todo el mundo tuviera un mapa menos tú. Días en los que la soledad pesa más que nunca y sientes que, por mucho que busques, no encuentras tu lugar.
A veces, no existe otro modo de expresar lo que sentimos que a través del ARTE.
Y no me refiero a expresárselo a los demás, sino a nosotros mismos.
Como aquel pintor que necesita un lienzo que, como reflejo, pueda confesarle qué es aquello que está sintiendo y que sólo encuentra su forma de expresión a través de un dibujo. O el músico que necesita poner sonido a sus pensamientos para entenderlos mejor a partir de melodías. O aquel que sale a correr en busca de una reflexión en medio de su fatiga. O el que consigue, por ejemplo, comprenderse a sí mismo mediante la actividad que mejor sabe realizar. Y es que el arte, en estos casos, no es el medio que se utiliza, sino el resultado que se produce. Aquello que nos hace sentir al usarlo.
Porque arte, es conseguir sentir a través de algo donde nosotros hemos puesto la voluntad. La voluntad de crear un sentimiento, emoción o reflexión. Y ese medio tanto puede ser una pandereta, un folio o una pelota. Porque aquí no depende del qué, sino del cómo y del para qué.
No son más arte estas líneas que yo estoy escribiendo con la intención de transmitirte algo que la retórica que tú puedas utilizar con tus mejores amigos para hacerles sentir mejor en sus peores momentos. Porque arte es la capacidad que hay en cada uno de nosotros para destacar en algo. Una habilidad que se sitúe por encima de las demás, que consiga desbancarlas por la capacidad que ésta tiene de sorprender a unos y generar rechazo en otros. Por la capacidad que tiene de levantar las comisuras de los labios ajenos o, sin embargo, de humedecer los ojos de un público emocionado.
Arte es el potencial que se esconde en la mejor de tus habilidades. Arte es crear, distinguirte, provocar. Porque el arte, es un medio de comunicación: ya sea contigo mismo, ya sea con los demás. Por eso, el arte no puede ser pasivo. El arte debe provocar algo. Y todos, absolutamente todos, tenemos arte para algo.
Dedica un tiempo de tu vida a descubrir cuál es tu arte. Empieza investigándote, conociéndote, poniéndote a prueba. Y, si aun así, todavía no has identificado cuál es, pregunta a aquellos que te quieren, aquellos que sabrán identificar rápidamente la mejor de tus facetas, la mejor de tus virtudes. Y, cuando la tengas localizada, continúa trabajándola, sácale partido, dale potencia. Conviértela en tu marca personal. En tu aliada, tu recurso en los mejores y peores momentos, tu vía de escape o tu pozo de placer. Pero, sobre todo, conviértela en el canal de comunicación más importante: el que te comunica contigo mismo, el que te lleva hasta ti.
Siéntete y escúchate a través de él. Sé consciente de lo que tu cuerpo y mente te están pidiendo a cada momento. Hazte caso, no te ignores. Los sentidos en tu cuerpo existen, precisamente, para eso mismo: para que sientas. Y lo que percibes a través de tus sentidos, aquello que ves, oyes, hueles o saboreas, es lo que provoca que tú te emociones.
Sin embargo, y lo sabes porque lo has vivido, hay emociones que requieren de una reflexión. Hay emociones tan complejas, tan difíciles o tan intensas de sentir que nuestro cuerpo sólo es capaz de aceptarlas cuando las comprende. Es decir, después de haberlas entendido, después de haberlas reflexionado.
Te pondré un ejemplo: sin reflexión, sería como tratar de meter un elefante (emociones intensas) en la jaula (tu cuerpo, tu mente) de un pájaro (tú).
Hay momentos en los que sentir tanto puede colapsarnos, dañarnos si no analizamos lo que sentimos. Necesitamos catarsis emocional, es decir, dejar fluir nuestras emociones y sentimientos como si de una cascada se tratase. Necesitamos tormentas en nuestra estabilidad para que, posteriormente, llegue la calma. Cuando estamos tristes, necesitamos llorar para transformar un poquito de ese sentimiento incorpóreo e invisible en algo físico y externo. Necesitamos hacerlo para que no se instaure la pena reprimida en el corazón.
Igual que una madre necesita sufrir para traer consigo una vida. Igual que un niño necesita correr el riesgo de caer para aprender a andar solo, sin ayudas. Del mismo modo, exactamente del mismo, tú necesitas sentir correr el riesgo de sentir para poder ser tú mismo. Aunque sentir y dejar paso a lo que realmente tu alma experimenta conlleve el riesgo de dejar fluir emociones que preferirías ser capaz de controlar.
Necesitas sentir para ser tú: para ser tú contigo y con los demás.
Pero, y lo más importante es que, de nada servirá que sientas, si no reflexionas acerca de ello. Y, esta reflexión, muchas veces, se consigue a través de lo mejor que sabes hacer.
Y es que uno reflexiona ante tareas que transmiten tranquilidad. Y nos comunicamos con lo que nos rodea de un modo saludable gracias a esas reflexiones. Gracias al tiempo que hemos invertido en comprender por qué somos como somos y por qué sentimos lo que sentimos. Y, a partir de este profundo entendimiento de lo que sucede en nuestro interior, somos capaces de establecer relaciones con nosotros y con los demás.
¿Y tú... tienes arte?
Der Kalte Regen spielgelte sich in ihren orangefarben Augen. Während die Blätter den nächtlichen Frieden durchbrachen, als sie von den Bäumen fielen. Ihre süßen Kürbis-Küsse weckten mich, doch ich empfand Traurigkeit, nicht tot zu sein.
El frío de la lluvia se reflejaba en sus ojos dulces color naranja. Mientras las hojas rompían el silencio de la noche al caer de los árboles. Sus besos dulces de calabaza me hicieron despertar, pero sentí tristeza de no estar muerto
Los golpes en la puerta me despertaron a las 2 de la madrugada. Esperé unos segundos para estar seguro de que había oído bien. Sí, alguien estaba golpeando mi puerta. Me levanté y caminé despacio, pensando que quienquiera que fuese, había podido abrir la puerta del edificio y había subido hasta el último piso… ¿para qué? Mire por la pequeña rendija de la puerta y vi la del departamento de mis vecinas, justo enfrente, abierta y con la luz encendida. Escuché voces de mujer. Más bien gritos, y abrí la puerta.
Cuando nació el tercer hijo de Doña Victoria lo bautizaron con un nombre que ya no recordaba, creció rápido para poder apoyar a papá en la parcela, sobrevivió hasta convertirse en el mayor de los hermanos y el último en irse a la capital. De su infancia solo recordaba las pocas horas que fue a la escuela, los domingos en la iglesia y las cosas que le enseñó papá. Su recuerdo más antiguo era de una misa, lo mandaron a callar de un golpe mientras el cura recitaba el Evangelio de Juan, y como lo que decía Juan era más importante que lo que pudiera decir cualquiera en el pueblo decidió llamarse así: Juan Casas, tercer hijo de Doña Victoria, el mayor de todos y el último en irse.
Vuelvo a repetir, no somos el problema, el problema es lo que ves, lo que consumimos, es aquella película, aquella serie, aquella canción, aquella escena que se mueve como satélite, esperando el momento para eclipsar tu luz y, en la oscuridad, gatear hasta la habitación.
Ahora, seamos sinceros ni tú, ni yo, ni ella y quién sabe, si aquel, va a descubrir nada nuevo; como te dije, esto ya lo vimos antes, en un programa televisivo, mientras sonreíamos tomados de las manos, jurando y brindando por tu amor... mi amor.
Está bien, lo admito, no voy a llenarme de excusas, ni te voy a dar los argumentos, pero alguien debió abrir esa cajita "pandoriana" que se guarda el primer día, debajo de la cama, cuyos demonios que escondemos inevitablemente vuelven a salir.
Me voy, pero... no digas que no te lo dije.
Contradicción 4
Volver a esa isla
es sumergirme por completoContradicción 3
Hace unos días te escribí un poema.
Contradicción 2
Ojalá vinieras un día.