Nunca he podido renunciar a las sombras verdes de la hojarasca.
Ni al beso matinal que me trae el aliento de los árboles...
Ni al beso matinal que me trae el aliento de los árboles...
El perfume del eucalipto es mi ropa. Sus altas ramas, mi voluntad.
Se abre una senda nueva. Le entrego mis pies desenraizados.
Allá los cantos de las aves se adhieren a los troncos con toda su inocencia.
Se alza la vida, se enrosca, me siguen lianas de amor.
Trepa por mi piel el palpitar de la tierra.
Campanillas de luz en mi voz...
Se abre una senda nueva. Le entrego mis pies desenraizados.
Allá los cantos de las aves se adhieren a los troncos con toda su inocencia.
Se alza la vida, se enrosca, me siguen lianas de amor.
Trepa por mi piel el palpitar de la tierra.
Campanillas de luz en mi voz...
Avanzo con los brazos abiertos, como un viento apasionado entre los
árboles...
Atravieso las burbujas de colores que los pájaros lanzan al infinito: Dicha!
Me hago rocío, melodía de agua, y acaricio las flores que con sus manos ocultas me buscan...
Atravieso las burbujas de colores que los pájaros lanzan al infinito: Dicha!
Me hago rocío, melodía de agua, y acaricio las flores que con sus manos ocultas me buscan...
Y en mis iris se refleja el milagro de la vida.
Y sonrío en el abrazo transparente de la lluvia.
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