Décimo primer mes, con unos cuantos cuentos en el tintero y
escuchando al inevitable ya sospechado, me sorprende la querida
madrugada, con las ojeras de costumbre y la tenue luz de una lámpara
moribunda. El año se va por la alcantarilla lo grita un calendario que
nunca significó nada, pero qué más da? habrá que escribirle algo. Este
año nos está dejando más de lo que se le pidió a las 12 uvas de su concepción,
se arrancaron viajes inesperados y también invalorables, se aprendió que
para olvidar a una mujer hacen falta 19 días y 500 noches, se gozó en
los terribles senderos que nos muestra el camino del mal amor. Nos
volvió más humano, me jugué
la boca en carne viva.
Me olvidaron fácilmente y me olvidé también, me
gané el recuerdo golpe a golpe y verso a verso. Fui egoísta, narcisista y hasta demagogo, empecé a perderme en la mentira poética, la
ambigüedad y la impostura, y grité desde el fondo de una pantalla de
computador que es mentira que más de cien mentiras no digan la verdad.
La primavera que no debía terminar el mes está terminando el año, me he
disfrazado y me han puesto muchos disfraces, escribí por quererte y para
que me quieran. Crecí a paso firme, tambaleando mi pasado; juntaste tus
labios, silbaste y te seguí, le rogué puntos suspensivos al final de
los finales y no me diste mas que un adiós maquillado en hasta luego.
Me
sedujeron 6 cuerdas de una guitarra, y mi musa fue una serpiente de
muchas cabezas, cada una con su historia y su propio estribillo. Me
robaron de aquel cajón el mes de abril, me he matado contigo porque
morías, aunque sin embargo, un rato cada día te cambiaba por cualquiera.
Una mujer con sombrero me susurraba al oído y yo no hacia otra cosa que
escucharla, me sedujo la madrugada y le rogué a la luna que pudiera
salir sin ti.
El alba era un martirio y le huía como hijo de vampiro,
el insomnio paso a ser mi amigo y las pastillas que lo mermaban se
fueron por el caño, igual que este año. Tan joven y tan viejo, tomando
en cuenta lo poco de mi estadía en esta guerra, perdón, quise escribir
Tierra, no intento ser autobiográfico, intento tan solo ser el
almacenero de este inventario de la mala suerte.